Semillas de cáñamo Vs. contaminación del aire

Por Tanja Bagar

La Dra. Tanja Bagar es microbióloga con un doctorado en Biomedicina. Ha adquirido una amplia experiencia en investigación en biotecnología, biología molecular y señalización celular en laboratorios en Eslovenia, Alemania y Reino Unido. Su enfoque se ha centrado principalmente en el sistema endocannabinoide y las sustancias activas de cannabis/cáñamo. Su trabajo condujo a la formación del Instituto Internacional de Cannabinoides (ICANNA), donde es CEO y presidenta del Consejo de Expertos. También es directora adjunta y responsable de I+D en una empresa ambiental. También está activa en el ámbito académico. Es profesora de microbiología y decana del programa de maestría de Ecoremediaciones de la Facultad Alma Mater Europea.

Es un hecho bien conocido que el cultivo de cáñamo ayuda y nutre el suelo, e incluso lo recupera, y que retiene el CO2 de la atmósfera con su rápido crecimiento, pero estudios recientes sugieren que también puede protegernos contra la contaminación del aire.

La contaminación del aire es una de las principales amenazas ambientales a nuestra salud, y que es muy difícil de controlar o evitar. Los mapas de la contaminación del aire en toda Europa muestran una contaminación alarmantemente alta con partículas finas, conocidas como las partículas PM.

PM significa materia particulada (también llamada contaminación de partículas). Este término describe una mezcla de partículas sólidas y gotitas líquidas que se encuentran en el aire. Algunas partículas, como el polvo, la suciedad, el hollín o el humo, son lo suficientemente grandes u oscuras para verse a simple vista. Otras son tan pequeñas que solo pueden detectarse mediante un microscopio electrónico.


Figura 1: El mapa de Europa que muestra la concentración de contaminación de aire de PM 2,5
(fuente: )

La contaminación de partículas normalmente se expresa en un número que indica el tamaño de las partículas. Por ejemplo:

  • PM10: partículas inhalables, cuyo diámetro en general es igual o inferior a 10 micrómetros;
  • PM2,5: finas partículas inhalables, cuyo diámetro en general es igual o inferior a 2,5 micrómetros.

Bien, ahora sabemos que hay estas partículas en el aire que respiramos pero ¿por qué que es un problema?

Estudios han demostrado que cuando respiramos estas partículas de PM fina, estas entran en los pulmones donde pasan fácilmente a la sangre y penetran en la mayoría de los órganos del cuerpo, como el hígado, los riñones y el cerebro. Allí se acumulan y durante un largo período de tiempo causan cambios perjudiciales en las funciones de los órganos afectados.

Los investigadores encontraron evidencia de ello, marcando las partículas PM con tintes fluorescentes y localizando su destino en el cuerpo de vertebrados. Los resultados fueron muy sorprendentes. Es decir, se esperaba que las partículas finas estarían presentes en los pulmones y tal vez en grado mínimo en ciertos tejidos. Pero el estudio demostró claramente que las partículas PM no solo se acumulan en los pulmones, sino también penetran muy fácilmente la barrera pulmonar y viajan a muchos otros órganos.


Fig. 1. Distribución de partículas finasen animales de laboratorio. No solo se observan partículas finas fluorescentes (indicadas por las flechas) en el tejido pulmonar, sino también en otros tejidos de órganos, como en el cerebro, el hígado, los riñones, el bazo y los testículos x 200 aumentos).

Este estudio demostró claramente la presencia de una gran cantidad de partículas de PM en el bazo, el hígado, el cerebro, los riñones, los testículos y obviamente el pulmón después de la exposición a las partículas PM dos veces a la semana durante 6 semanas. Si consideramos los periodos estivales urbanos que tienen la mayor carga de PM, la extrapolación es muy clara. Para la mayoría de los habitantes urbanos es muy difícil evitar esta exposición, por lo que la pregunta se plantea sola: ¿qué podemos hacer al respecto?

La respuesta llegó en una forma sorprendentemente simple. Numerosos investigadores intentaron diversos enfoques para mitigar las consecuencias de la exposición a partículas PM, incluyendo aspirina, vitamina E, aceite de pescado…. Es bien sabido que la exposición prolongada a partículas PM está asociada con enfermedades cardiovasculares o cerebrovasculares, incluyendo ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares. Aparentemente, los efectos más prominentes de las partículas PM se perciben en el vaso sanguíneo, y en particular la disfunción vascular, la inflamación y la coagulación han sido claramente relacionadas a las partículas PM. Esto también puede conducir a una inflamación sistémica de baja intensidad y una expresión diferencial de genes.

Si miras con más detenimiento lo que sucede en los pulmones al inhalar partículas PM es espantoso. Los investigadores observaron un aumento de glóbulos blancos, una infiltración de macrófagos en el tejido pulmonar, altos niveles de citoquinas inflamatorias y cambios en la expresión de las citocinas. Puesto que las partículas PM son tan pequeñas que pueden pasar fácilmente la barrera pulmonar y viajar a otros tejidos y órganos, asumimos que en otros tejidos también se producen cambios adversos similares.

Pero también hay buenas noticias

De todos los enfoques investigados para minimizar los efectos, una simple suplementación con ácidos grasos omega 3 ha demostrado ser el más eficaz. Incluso la suplementación con omega 3 después de la exposición redujo significativamente la inflamación en los pulmones. El mejor efecto se logra si la suplementación comenzaba poco antes o durante la exposición a las partículas PM.


Fig. 2. La inflamación pulmonar inducida por la exposición de partículas finas es aliviada por la intervención de ácidos grasos poliinsaturados omega-3. Ratones fueron expuestos a partículas finas durante 6 semanas y luego suplementados con omega-3. El estado de inflamación pulmonar fue analizado mediante la medición del recuento de leucocitos en líquido de lavado broncoalveolar (LBA), la infiltración de macrófagos en tejido pulmonar, los niveles de las principales citoquinas inflamatorias y la expresión de genes relacionados, y el estallido oxidativo fagocititico mediante tecnologías de visualización in vivo . (A) Recuento total de células en LBA. (B) Números de macrófagos en LBA. (C) Tinción de Wright–Giemsa de células de lavado broncoalveolar (× 400). (D) Tinción de hematoxilina y eosina de tejido pulmonar (× 400). (E) Niveles LBA de citoquinas relacionadas con inflamación (TNF-α, IL-6, IL-1β y MCP-1). (F) Expresión relativa de genes de citoquinas inflamatorias en tejido pulmonar. (G) Detección de actividad de mieloperoxidasa con Luminol-R como una medida del estallido oxidativo fagocititico. Los datos se expresan como ± SEM medio, y las barras con diferentes letras superíndices son significativamente diferentes (P < 0,05) según una prueba ANOVA unidireccional con prueba de Tukey; n = 8 por grupo.

No es difícil imaginar que las partículas PM dañan los pulmones, pero el hecho de que estas pequeñas partículas tienen un efecto sistémico significativo sobre la salud es más difícil de imaginar. Pero los experimentos dieron un mensaje muy claro. La exposición a las partículas PM causa un alto grado de inflamación sistémica y un mayor estrés oxidativo, que queremos evitar. En ratones encontraron mayores niveles circulantes de citoquinas proinflamatorias, menor capacidad antioxidante, un mayor nivel de peroxidación lipídica, daños al ADN y la presencia de endotoxinas. También aquí, la suplementación con omega 3 demostró ser muy beneficiosa, aliviando significativamente los efectos adversos sistémicos de la exposición a partículas PM.


Fig. 3. La inflamación sistémica y el estrés oxidativo inducidos por la exposición de partículas finas se alivian por la intervención de ácidos grasos poliinsaturados omega-3. La inflamación sistémica y el estrés oxidativo se analizaron mediante la medición de los niveles plasmáticos de las principales citoquinas inflamatorias y endotoxinas, la capacidad antioxidante total y la expresión de genes relacionados. (A) Niveles plasmáticos de citoquinas relacionadas con la inflamación (TNF-α, IL-6, IL-1β y MCP-1). (B) La capacidad antioxidante total. (C) La peroxidación lipídica, medida por la concentración de MDA. (D) El daño al ADN, medido por los niveles de 8-hidroxideoxiguanosina (8-OHdG). (E) La concentración de lipopolisacárido plasmático. (F) La expresión relativa del ARNm de citoquinas inflamatorias en el tejido del bazo. (G) La expresión relativa del ARNm de los genes relacionados con antioxidantes en el tejido del bazo. Los datos se expresan como ± SEM medio, y las barras con diferentes letras superíndices son significativamente diferentes (P < 0,05) según una prueba ANOVA unidireccional con prueba de Tukey; n = 8 por grupo.

Estos estudios, en primer lugar, destacan la importancia de un aire limpio en nuestro entorno. Lo damos por sentado demasiadas veces y no prestamos suficiente atención a su calidad. Olvidamos la importancia de un paseo en la naturaleza, entre los árboles, lejos de la civilización.

También dan un mensaje muy claro a los peligros sistémicos y específicos de tejidos, causados por la exposición al aire contaminado. Sugieren que la inhalación de aire contaminado está estrechamente relacionada con enfermedades cardiovasculares. Teniendo en cuenta que estas siguen siendo la principal causa de muerte en el mundo (más personas mueren anualmente por enfermedades cardiovasculares que por cualquier otra causa) subraya la importancia de la calidad del aire. Pero además, estos estudios indican que con una simple medida podemos protegernos de los daños causados ​​por las partículas PM.

Los suplementos de ácidos grasos esenciales omega-3 redujeron significativamente la inflamación local y sistémica, tratando y previniendo problemas de salud provocados por la contaminación de PM. La suplementación con omega 3 fue eficaz, tanto como prevención (antes de la exposición), como intervención (después de la exposición). Hay un debate en curso sobre la mejor fuente de omega 3. Ya sea pescado, semillas, nueces, huevos…el debate nunca termina.

Si lo abordamos desde un punto de vista sostenible, la elección es evidente. Si un cultivo sostenible que enriquece los suelos y captura carbono también proporciona ácidos grasos omega 3 de alta calidad, es una oportunidad. Las semillas de cáñamo son ricas en grasas poliinsaturadas, proteínas, fibras, vitaminas y minerales. El aceite de semilla de cáñamo contiene casi un 85 por ciento de ácidos grasos esenciales (AGE) y ofrece la fuente natural más rica y más equilibrada de AGE. De hecho, la cantidad de ácido alfalinolénico y ácido linolénico en 15 ml (1 cucharada) de aceite de cáñamo proporciona más de los requerimientos diarios de AGE sugeridos por la FDA.

Además, el aceite de semilla de cáñamo es más bajo en ácidos grasos saturados que otros aceites comparables. El aceite de semilla de cáñamo también presenta el mayor contenido fenólico total y actividad antioxidante en comparación con todos los otros aceites de origen vegetal (con la excepción del aceite de semilla de calabaza). Se sabe que los compuestos fenólicos de origen natural juegan un papel clave en la reducción del riesgo de cáncer, aliviando la inflamación sistémica, que actúan como un poderoso antioxidante y que promueven la eliminación de radicales libres.


Fig. 4. La composición de las semillas de cáñamo con casco

Aunque es sumamente importante reducir la contaminación del aire, estos esfuerzos necesitarán mucho tiempo para mostrar resultados. Pero durante este tiempo es esencial que asumamos la responsabilidad de nuestra salud y tomemos las medidas necesarias para reducir la carga de enfermedades causadas por la contaminación atmosférica. Una medida muy práctica y efectiva es mediante la introducción de semillas de cáñamo y aceite de semilla de cáñamo en nuestra dieta. O bien dos cucharadas de semillas de cáñamo o una cucharada de aceite de semilla de cáñamo al día nos protegerá de los efectos devastadores de la contaminación del aire.

 

Referencias:

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