Los programas de equidad social son la aproximación más progresista a la legalización cannábica

A donde sea que mires, las sociedades que deciden legalizar la cannabis están superándose. Mayor recaudación tributaria, fuerzas policiales menos cargadas y lo más importante: mayor libertad ciudadana. Sobre la base de estos éxitos, los programas de equidad social son el abordaje más progresista para la legalización cannábica hasta ahora. Su objetivo: garantizarles a las personas más afectadas por la Guerra contra las Drogas tener una buena chance de participar en estas industrias emergentes.

Pese a haber sido una medicina tradicional por miles de años, tomó menos de un siglo para que la “cannabis” se re categorice de medicina al enemigo público N.1 de los Estados Unidos. Empezando con la Revolución Mexicana de 1910 y culminando con la Reefer Madness de los años 30, los ataques culturales contra la “marihuana” demostrarían ser duraderos. Peor aun, se volverían racistas y llevarían a minorías a ser encarcelados con penas mucho mayores que las de los ciudadanos blancos en crímenes de materia de drogas. Considere, por ejemplo, que uno de cada 10 niños afrodescendientes tiene un pariente que está encarcelado por crímenes de drogas contra uno en 57 para los niños blancos. Para los niños latinos, la cifra es uno en 28. A pesar de las tasas de consumo casi idénticas, los afrodescendientes son 3.73 veces más susceptibles a ser arrestados por cannabis que los blancos.

Esta nueva era de la legalización cannábica trae oportunidades sin precedentes. Para un creciente número de gente, es responsabilidad de las autoridades de expiar décadas de inequidad causada por la fallida Guerra contra las Drogas. Es por esto que, en muchos estados, así como en algunas ciudades de California, están construyendo programas de equidad social para sus industrias. De alguna forma, Massachusetts, Maryland, Ohio, Pennsylvania, Florida, y California  han aplicado tales criterios en sus leyes cannábicas.

La idea fundamental de la equidad social es la justicia. Ya que las leyes de drogas han afectado injustamente a las comunidades minoritarias y de bajos ingresos, su reforma, en teoría, debería proveerles de restitución..

De otro modo, las desventajas estructurales, tales las como condenas criminales o la imposibilidad de obtener licencia para tener un negocio que estas generan, podrían restringirles cualquier participación.

Massachusetts es el primer estado en implementar un programar de equidad social. Es impresionante por muchos motivos, como el que fue creada por una nueva entidad igualmente nueva- Comisión de Control de Cannabis de Massachusetts.

Las disposiciones del programa de equidad social de Massachusetts tienen dos componentes principales: la Revisión de Prioridad de Empoderamiento Económico y el Programa de Equidad Social. Esencialmente, la Revisión de Prioridad está diseñado para ayudar a sus aspirantes a tener un pie en la obtención de su licencia para operar un negocio, mientras que, el Programa de Equidad Social, está diseñado para ayudar a que las empresas cumplan y tengan utilidad. A nivel macro, ambos componentes buscan reducir las barreras que enfrentan las minorías al intentar abrirse paso en la industria cannábica y promueven la diversidad en la propiedad de las empresas y mano de obra en las empresas de cannabis.

 

La Revisión de Prioridad de Empoderamiento Económico concluyó el pasado abril con 123 aplicaciones que no fueron aceptadas. Para calificar para el reporte de prioridad, quienes aplican deben ser parte o servir a las comunidades afectadas injustamente – a lo que refiere la legislación como “áreas de impacto desproporcionado.” Esto se demuestra cuando pruebas reunir tres de los seis criterios. Estos criterios se enfocan en experiencias pasadas empoderando áreas de impacto desproporcionado; si los negocios contratan empleados o contratistas que tienen ofensas relacionadas con drogas; o si son propiedad por gente descendiente afro o latino.

Massachusetts considera a los aspirantes de capital y generales en base rotativa, es decir, 1:1. Para ser claros, la revisión de prioridad no significa que la aplicación es tomada y aprobada. Solo que se acepta para ser considerada en una base rotativa. De hecho, acorde al Boston Globe, para mediados de enero ninguna de las 99 licencias dadadas en Massachusetts fue para las minorías.

El programa de Equidad Social tiene criterios similares, tales como ser condenado por un crimen relacionado a drogas o ser el hijo o esposo de alguien que lo haya estado, pero se enfoca también en propiciar asistencia luego de entregar las licencias. Esto incluye educación y entrenamiento técnico en áreas como gestión, cumplimiento legal y tributario y las mejores prácticas industriales.

En la costa oeste, las leyes de equidad en Califronia echaron raíces por primera vez en las ciudades. Oakland, San Francisco, Los Angeles y Sacramento han todos creado programas de equidad social. A nivel estatal, el gobernador Jerry Brown firmó el Acta de Equidad Cannábica de California en el pasado setiembre. La ley autorizó más de 10 millones de dólares de financiamiento para futuros o programas ya existentes a nivel municipal. Esto fue crucial. Dejando de lado sus mejores intenciones, los programas de equidad social son ampliamente percibidos como fallidos en California y otros lugares.

En Los Angeles, por ejemplo, los abogados cannábicos están preocupados de que el esquema regulatorio está plagado de oportunidades depredadoras. Entre ellas, los negocios con licencias de incubadora que califican para los beneficios del programa al ayudar a las equidad entre aplicantes- están sacando provecho de los aplicantes que deberían estar ayudando.

En Oakland, que tiene un programa que demanda que la mitad de las licencias de la ciudad sean otorgadas a aspirantes de equidad, el ritmo de caracol del progreso está desvaneciendo las esperanzas. Peor aún, algunos piensan que los contratiempos les costarán su negocio entero. El tiempo, después de todo, es una gran cantidad de dinero, especialmente con el ritmo con el que vienen entrando grandes inversiones al rubro cannábico. Mientras que ha habido cientos de aspirantes en un periodo de dos años, solo uno ha recibido su licencia y abierto su negocio oficialmente- Blunts and Moore. Sacramento está ejecutando un programa con el mismo elevado objetivo—50% de equidad en licencias.

Solo el tiempo dirá lo efectivo de estos programas. Las primeras señales justifican preocupación, además de la obvia pregunta de por qué los estados que legalizaron primero, como Washington y Colorado, nunca los registraron. Como sea, dos cosas son ciertas. Primero, las conversaciones sobre equitad social vienen teniendo lugar desde antes de la cannabis legal en Colorado. Miguel Lopez, organizador fundador del rally Denver 420, manifestó su preocupación sobre las minorías y comunidades de bajos recursos que fueron excluídas de la industria en el 2012. Segundo, está claro que ante la ausencia de más preocupaciones y políticas orientadas a la diversidad, la legalización no es una solución para los prejuicios raciales en la implementación de la ley. Según un reporte del 2018 por la Drug Policy Alliance, en ambos estados los afrodescendientes tienen aún más chances de ser arrestados por ofensas relacionadas a cannabis.

Larisa Bolivar, fundadora de la Bolivar Hemp Company y directora ejecutiva de la Cannabis Consumers Coalition, explica por qué en Colorado habrían dejado pasar esta oportunidad.

“Es desafortunado que el asunto de la equidad para aquellos afectados por la Guerra de las Drogas no ha sido tomando en completamente consideración en Colorado. Recuerdo que el Denver 420 Rally estaba en contra de la Enmienda 64 argumentando que las regulaciones de marihuana medicinal del Colorado House Bill 1284 dejó a mucha gente fuera de la nueva industria a través de requisitos idóneos y altos costos para licenciarse sin considerar a aquellos que ya estaban presos por cannabis. Era yo voluntaria para la organización y hacía mucho escrito fantasma. Al comienzo no entendí bien el impacto y tuve que ver cómo la industria se convertía exactamente en lo que el jefe organizador, Miguel Lopez, predijo. Fue un momento muy polémico.

Abordar el problema de manera retroactiva hará a Colorado verse mejor en la historia, lo cual es un paso necesario ya que la justicia social era parte de la conversación sobre la legalización. Mi mayor preocupación sobre tardar tanto en abordar la falta de diversidad en la industria cannábica es lo que se conoce como “ventaja de los que hacen el primer movimiento,” que son los negocios aventajados por ser los primeros en comercializar, lo cual los hace más propensos al éxito.  Muchos negocios trabajando según las regulaciones son ahora corporaciones multinacionaes o están siendo compradas por enormes compañías no relacionadas al rubro cannábico que cobran en grande mientras que otros están recién en la línea de partida. Pienso que para hacer el esfuerzo más sincero, los municipios estatales o locales deberían crear préstamos para pequeños negocios de la gente más impactada por la guerra de las drogas y crear programas de entrenamiento para asegurar que los negocios minoristas son competitivos y atractivos para los inversionistas.”

Así como el movimiento más amplio de la legalización cannábica, lleno de dificultades, los programas de equidad social requerirán un compromiso sostenido para que sean exitosos. Dejando de lado lo que dicen muchos críticos, estos programas no son un fracaso. Están movilizando objetivos. Es por ello que es fundamental que los gobiernos los implementen, así como a la gente que debieran beneficiarse, ser vigilantes, demandar responsabilidad y reunir la información necesaria para evaluarlos. Así como todo lo relacionado a la cannabis, el mayor potencial yace luego de la legalización federal.

¿Recuerdan el Marijuana Justice of Act of 2017 del senador de New Jersey  Cory Gardner? Fue el epitome de la equidad social en cannabis. Por supuesto, no es descabellado pensar que la legalización federal tendrá a la equidad social como su punto de partida. Mientras tanto, hay mucha oportunidad para el crecimiento- y el aprender de la experiencia que le precede- para estos primeros experimentos para el bienestar social.

 

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