Cómo Agarrar el Moño
Escribe: Jaro Adrianzén | Activistas promueven cultivo asociativo para ampliar alcances de ley de cannabis. Denuncian restricción de enfermedades contempladas en el reglamento.
Hay una diferencia bien grande entre autocultivar y traficar”, zanja Armando Pérez, miembro fundador de la asociación 420 Green Cure. Al no estar permitido el autocultivo tanto en la ley como en el reglamento, Pérez lanza la solución: el cultivo asociativo. Una fórmula que funciona al ritmo del ‘club de desahuciados’ de la película Dallas Buyers Club (2014): “nos autoabastecemos y todo lo que se produce es para los socios”, explica.
Es consciente que toda venta –ya sea de la planta o de los derivados medicinales– es ilegal a menos que se cuente con la licencia de comercialización que entrega el Estado. Y que hoy por hoy es solo para laboratorios. Por eso crearon la figura del club, en el que todos los socios –previa receta médica entregada por el doctor Edgar Urbina– pagan una mensualidad para subvencionar la producción y asegurar la calidad del producto.
La asociación nació en el 2017 y la integran más de 50 miembros, pero tiene un alcance mensual de hasta 400. El sábado 23, en la Cámara de Comercio de Lima, organizaron un conversatorio sobre los alcances de la naciente industria cannábica en el Perú. Una ponencia estuvo a cargo de la chilena Jackeline Pérez, del club cannábico BOCI. Ella dictó un taller didáctico para enseñar a extraer el aceite de marihuana. “Se necesitan 10 gramos para 1 mililitro”, explicó.
Otra exposición estuvo dedicada a reforzar la legalidad del cultivo asociativo. “Si no es tráfico de drogas, no es delito. A lo mucho estás cometiendo una falta por sembrar una planta que está prohibida”, insiste Pérez. Y se remite al precedente que dejó el colectivo Buscando Esperanza. En abril del 2018, la jueza Rosa Zulueta archivó la acusación por tráfico de drogas que le hizo el Ministerio Público a Ana Álvarez, del mentado grupo, por hallarle marihuana en su casa de Pueblo Libre. Era para uso medicinal.
La figura del club es tan solo una de las tres que podrían crecer en la maceta. El reglamento, publicado a fines de febrero, contempla la entrega de licencias para la investigación, producción, importación y comercialización de cannabis con fines medicinales. Francesca Brivio, flamante presidenta de la Federación de Cannabis Medicinal del Perú (Fecame) y de la ONG Cannabis Gotas de Esperanza, apunta otras dos formas de cultivo asociativo. “Lo ideal sería que como asociación te den licencia de laboratorio”, dice. Pero todavía está por verse si es factible. Pérez, por su parte, sostiene que las licencias deberían ser individuales. “Cualquiera que pueda invertir en esto debe poder hacerlo”, recomienda.
El tercer camino es el del convenio con algún laboratorio, para suministrarle la materia prima con la que se fabriquen los medicamentos. “Lo veo más como una cooperativa”, precisa la activista, quien combate su mastocitosis sistémica con cannabis. Y que además prepara un libro sobre las propiedades medicinales bajo el sello de Penguin Random House, para la feria del libro de julio.
DENUNCIA REESTRICCIÓN
“Están restringiendo a solo cuatro condiciones el medicamento y eso va en contra de la ley”, denuncia Brivio. De acuerdo con un documento adjunto a la declaración jurada para el registro de pacientes en el Digemid –disponible en el sitio web– el uso se limita a los efectos del cáncer, el VIH/SIDA, la esclerosis múltiple y los síndromes de Lennox-Gastaut y Dravet (epilepsia mioclónica grave de la infancia). “Están tratando de ir más allá de lo que la ley te permite, porque ésta no ha dicho en ningún momento que es para ciertas enfermedades”, insiste la activista.
No es dato menor si tomamos en cuenta que los niveles de THC –el componente psicoactivo de la marihuana– sí están liberados en el reglamento. O sea, que se podrán importar o producir medicamentos o fórmulas con distintos niveles del componente, según lo que recete el médico. Pero ¿de qué sirve si su uso se limita solo a ciertas enfermedades? La respuesta la tiene la Digemid y el Ministerio de Salud.
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